Neurodatos y neurotecnología: privacidad y protección de datos personales
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Neurodatos: privacidad y protección de datos personales (II)
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Los recientes avances en neurotecnología e inteligencia artificial están permitiendo la aparición de un número creciente de dispositivos conectados que monitorizan la actividad cerebral para distintos propósitos. Estos dispositivos, ya disponibles en el mercado, y que se usan como accesorios portátiles con fines de entretenimiento o control de otros dispositivos, forman parte del conocido Internet de los Cuerpos (IoB, Internet of Bodies). Los datos cerebrales o neurodatos podrían identificar a los individuos, inferir estados emocionales, pensamientos o sentimientos, y revelar otras categorías especiales de datos.
Las interfaces cerebro-computador o BCI (Brain Computer Interface), son dispositivos que posibilitan la interacción directa entre el cerebro y un ordenador. Los BCI permiten interactuar con el mundo físico y virtual utilizando la mente. Para conseguirlo, recogen y miden las señales y la actividad del cerebro y con el software adecuado de captura y procesamiento, son capaces de extraer características de interés relacionadas con las intenciones y estado mental del usuario, y ejecutar acciones en consecuencia.
Aunque pueda parecer futurista, estamos hablando de tecnologías que ya están en el mercado de consumo. Grandes compañías (Snap, Valve, Meta, Apple, Samsung) están incorporando en sus productos tecnologías y dispositivos para captura de neurodatos.
Las primeras aplicaciones BCI tenían como objetivo proporcionar un canal de comunicación alternativo para usuarios con problemas de movilidad o del habla. Sin embargo, una serie de aplicaciones neuro-tecnológicas se ha abierto camino en el mercado y se ha integrado con un conjunto de dispositivos de consumo para usuarios sanos con diversos fines no clínicos. Estas aplicaciones buscan experiencias más inmersivas y completas en distintos usos (hogar inteligente, educación, neuromarketing, juegos y entretenimiento, internet, metaverso, seguridad y autenticación, ingeniería militar, etc).
Emotiv, Neurosky, Nextmind, OpenBCI, NexTem, Unicorn-bi, Brainattach, etc, ofrecen, a precios ya muy asequibles, un surtido de cascos inalámbricos para usarse en juegos y otras formas de entretenimiento, aplicaciones de marketing, monitorización o comunicación. Se comercializan también entornos de desarrollo software (incluso existen opciones de software libre) que facilitan la adquisición de datos recogidos por el BCI para desarrollar aplicaciones.
El desarrollo de videojuegos y aplicaciones de entretenimiento con BCI se basa en la recopilación de información de la actividad cerebral que revela el estado cognitivo del usuario, y en desarrollar aplicaciones donde la información derivada de la actividad cerebral permite controlar diversos elementos ‒como un avatar en el metaverso‒ con la mente, que responde y refleja las emociones del usuario. Esta recolección de datos en tiempo real de las experiencias y emociones del jugador lleva a un nivel completamente nuevo de juego adaptativo, donde la bio-retroalimentación se utiliza para mejorar el rendimiento, sincronizando las emociones y estado de ánimo del jugador con los eventos de la pantalla.
Por supuesto, una parte importante del público al que está dirigido el desarrollo de videojuegos y aplicaciones de entretenimiento son menores de los que se recogerá información de la actividad cerebral que se almacenaría en servidores en la nube y se podría reutilizar para otros propósitos.
La información del cerebro es única y personal, cada cerebro humano es único y permite la identificación personal a través de su anatomía (de manera semejante a una huella dactilar). Los datos cerebrales o neurodatos podrían utilizarse además para inferir estados emocionales y cognitivos, procesos asociados con la personalidad, pensamientos o sentimientos. Incluso podrían revelar significativamente más información que la que es necesaria para la finalidad para la se supone se ha recogido.
Junto con la inteligencia artificial, el Big Data, la realidad virtual, la nanotecnología y la miniaturización de implantes y sensores, y el uso combinado con otras técnicas de recogida de señales neuronales y biométricas (BCI híbridos), los identificadores neuronales permiten recoger información que puede tener distinta naturaleza en el tratamiento: biometría para identificación, datos de salud, datos muy personales (emociones y pensamientos), información de perfilado, decisiones automatizadas u otros tipos de categorías especiales de datos.
Las interfaces cerebro-computador permiten recoger la actividad generada por el cerebro. Esta actividad depende de factores internos y externos al individuo, que actúan sobre una determinada base genética. Estas tecnologías permiten la colección de neurodatos que, asociados a personas identificadas o identificables, son datos personales. Estas tecnologías podrían permitir el perfilado, la inferencia de nuevos datos personales, la modificación del comportamiento y podrían ser en sí mismos mecanismos de identificación y autenticación biométrica.
La neurotecnología y las interfaces cerebro-computador (BCI por sus siglas en inglés Brain-Computer Interface) permiten medir y registrar la actividad generada por el cerebro. Las ondas cerebrales, registradas por un BCI, una vez procesadas y decodificadas, se traducen en datos fisiológicos. Esta actividad depende de diversos factores internos del individuo (edad, sexo, estado psicoafectivo, patologías, etc.) y externos al mismo (ambientales, actividades, estímulos…), que actúan en función de una determinada base genética.
Estas tecnologías permiten la colección de datos neurológicos o neurodatos que, en cuanto asociados a personas identificadas o identificables, son datos personales. Con análisis avanzados y uso de Inteligencia Artificial podrían inferir y revelar información asociada a pensamientos, sentimientos o estados de salud, además de perfilar al individuo.
Informes científicos muestran que muchas características del cerebro humano dependen de factores genéticos, biológicos no genéticos, y ambientales, que posibilitan la identificación mediante la anatomía cerebral (huella cerebral) por lo que podrían actuar en sí mismos como mecanismos de identificación y autenticación biométrica.
En definitiva, la información cerebral es única y personal, puede revelar información que no es conocida por el propio individuo o está fuera de su control, puede usarse con fines predictivos, y abre nuevas posibilidades en las representaciones del individuo a través de los datos. Pueden recogerse en tiempo real aspectos relacionados con el comportamiento, la personalidad, los sentimientos y los pensamientos de la persona. Tienen potencial no sólo para diagnosticar, sino para predecir predisposiciones a enfermedades, y también para predecir comportamientos y características de la personalidad.
Los datos genéticos, que son considerados datos de categoría especial por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), y los datos cerebrales o neurodatos comparten características y cualidades. El cerebro será un identificador tan único como una huella dactilar o un genoma. Ambos ofrecen la posibilidad de predecir o inferir otra información, y pueden desvelar indicios sobre el pasado y sobre su futuro. También ambos exponen aspectos únicos y personales, que no son observables o conocidos por el propio individuo.
La actividad eléctrica generada por el cerebro varía dependiendo de diversos factores que actúan sobre una determinada base genética. Los perfiles genéticos podrían reflejar las causas de enfermedades y trastornos neurológicos o psiquiátricos (en algunos casos hereditarios). Por ejemplo, en la mayoría de las personas el hemisferio izquierdo del cerebro suele ser el dominante en el área del lenguaje, de modo que las variantes genéticas que afectan al desarrollo del cerebro y su asimetría pueden afectar al rendimiento lingüístico de las personas.
Como el genoma, la información cerebral además es predictiva en el comportamiento de las personas, y está sujeta a interpretaciones subjetivas, lo que deja espacio para el sesgo, el error y la inexactitud, suponiendo una mayor implicación en la privacidad y en los riesgos asociados. Pero, a diferencia de la información genómica, la neurotecnología permite un camino en dos sentidos, no solo se puede recoger información en tiempo real, sino que a través del mismo interfaz se pueden generar estímulos neurológicos que alteren la actividad cerebral y modifiquen el comportamiento de la persona, tanto a corto como a largo plazo.
De esta forma, esta tecnología tiene el potencial de afectar no solo nuestra privacidad, sino también los derechos fundamentales ligados a ella como la libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la integridad corporal, personalidad, la dignidad de las personas, la no discriminación y la equidad y la justicia.
El RGPD adopta un concepto amplio en la definición de dato de carácter personal, y en dicho marco los neurodatos son datos personales. De forma general, en algunos casos podrían considerarse datos sensibles o muy personales (directrices WP248), puesto que son datos que corresponden a la esfera más íntima de la persona. En la medida en que el tratamiento de los mismos pudiera conllevar información biométrica orientada a la identificación, opiniones políticas, orientación sexual y datos de salud, entre otros, los neurodatos se calificarían entonces como un tratamiento de categorías especiales de datos personales. En este último caso, para su tratamiento sería necesario levantar la prohibición que establece el artículo 9 del RGPD con alguna de las excepciones que dicho artículo contempla (por ejemplo, el consentimiento explícito), y además ha que existir una base legal que legitime el tratamiento, según el artículo 6 del RGPD.