Titulados egresados

Los estudiantes universitarios de la clase de 2020, que finalizaron sus estudios de bachiller  hace cinco años en medio de la pandemia de COVID-19 y ahora celebran su ceremonia de graduación en 2025, representan una generación marcada por experiencias únicas que los distinguen de otros graduados. Su trayectoria se vio interrumpida por cierres de campus, transiciones abruptas a la educación virtual y una crisis global que alteró no solo su formación académica, sino también su desarrollo personal y profesional.

A continuación, detallo las principales características que los diferencian, basadas en análisis de sus vivencias:

Resiliencia y adaptabilidad emocional: Esta generación desarrolló una capacidad excepcional para superar miedos, incertidumbres y duelos colectivos, como el encierro prolongado y la pérdida de seres queridos, lo que les infunde una “resistencia emocional” y una “vida personal profunda” no común en cohortes previas que no enfrentaron una crisis sanitaria de esta magnitud. A diferencia de graduados de años anteriores, como los de 2019, que transitaron a la adultez en contextos estables, estos estudiantes emergieron con una madurez forjada en la adversidad, convirtiéndolos en ejemplos de “vencimiento del miedo”.
Mayor autodisciplina y habilidades digitales nativas: Obligados a estudiar de forma autónoma mediante plataformas como Zoom o Moodle, se volvieron altamente autodidactas y expertos en herramientas telemáticas, lo que les da una ventaja en entornos laborales híbridos actuales. Esto los diferencia de generaciones pasadas, que no experimentaron interrupciones masivas en su aprendizaje presencial, resultando en una brecha académica que, paradójicamente, fomentó su independencia y organización personal.
Apreciación profunda por los hitos sociales y presenciales: La cancelación de ceremonias tradicionales en 2020 generó un “robo” de ritos de paso, como caminar por el escenario o despedirse de compañeros, lo que amplifica el valor emocional de esta graduación retrasada en 2025. Otros graduados no han sentido esta nostalgia colectiva ni la culpa por “privar” a sus familias de momentos compartidos, haciendo que su celebración sea un acto de cierre simbólico más intenso.
Incertidumbre laboral y recurso en la búsqueda de oportunidades: Entraron a un mercado devastado por despidos y cierres de industrias (como hospitalidad o turismo), con ofertas de empleo rescindidas y falta de prácticas presenciales, lo que les generó ansiedad profesional pero también ingenio para contactar directamente a empleadores. A diferencia de clases posteriores (como 2021 o 2022), que se adaptaron gradualmente a la “nueva normalidad”, estos egresados fueron “lanzados” a un mundo remoto sin red de seguridad, fomentando una mentalidad más precavida y versátil.
Impacto en la salud mental y perspectiva crítica del mundo: La pandemia exacerbó el estrés, la ansiedad y la desmotivación, con preocupaciones por la salud familiar y la equidad en el acceso a recursos educativos, pero también impulsó hábitos como la meditación o el contraste de información para combatir fake news. Esto los hace más empáticos y críticos que graduados de épocas pre-pandemia, con una visión optimista pese a la volatilidad, posicionándolos como líderes en la recuperación post-crisis.

En resumen, estos graduados no solo completaron sus estudios en condiciones excepcionales, sino que su experiencia los ha moldeado como una cohorte resiliente, digitalmente hábil y emocionalmente madura, lista para contribuir en un mundo transformado por la pandemia.

Su ceremonia de 2025 no es solo una conmemoración, sino una reivindicación de lo que perdieron y ganaron.

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